jueves, 6 de mayo de 2010

“Rosas: tirano o restaurador de leyes” (Ensayo)

El poderío de Rosas se extiende desde: 1.829-1.832 y de 1.835-1.852. Conocido como el gran dictador, fue sin dudas un poderoso estanciero y un caudillo político, que represento los intereses porteños. Ejerció una dictadura, conocido como el restaurador de las leyes, anhelaba la libertad anárquica y despreciaba las reglas.

Hubo movimientos de resistencia en casi todo el país, protagonizados por unitarios y federales liberales. Montevideo fue el centro de esa conspiración, cuyo método era el terrorismo, el asesinato, el fraude y confiscaciones. Los opositores sentenciaron a Rosas a gobernar sin un día de tranquilidad. Los unitarios tildaron a Rosas como el personaje más siniestro del siglo XIX.

La controvertida personalidad del restaurador se debe a que en su tiempo como en su política se dirimen cuestiones acuciantes y de permanente actualidad tales como el imperialismo, la suerte de las masas y la violencia. La razón principal de Rosas consiste en la defensa de la soberanía nacional y del derecho de los pueblos americanos. Cuestiona en cambio su política interna. Respeto a ella reconoce una indudable evolución desde el primer gobierno -Que muestra a Rosas respondiendo a la política de la clase de los estancieros, con un programa de orden, de pacificación y de fomento de la campaña, económicamente liberal y de un nacionalismo apenas incipiente, aunque ya caudillo indiscutible de las mayorías populares- , hasta el segundo gobierno, donde se perfila como jefe de toda la nación, mucho mas apoyada en los sectores oprimidos y satisfaciendo las necesidades de estos, que perjudicaban los privilegios de los grupos dominantes.

Uno de los personajes mas idolatrados y mas demonizados a lo largo de la historia Argentina. Para muchos un sádico dictador, era un obstáculo para el desarrollo histórico, para otros un defensor de la soberanía nacional y de las clases subalternas.

La Argentina carecía de una economía nacional. Los mercados de las distintas provincias no constituían unidades económicas complementarias, sino por el contrario competitivas.

“Lo que mueve la historia es la lucha de clases, es decir la lucha por los intereses económicos concretos, no por ideales”.

En medio de las turbulencias políticas del siglo XIX es difícil hablar de estabilidad gubernamental, pero Rosas se mantuvo continuamente en el poder por más de dos décadas. ¿Cómo fue ello posible? ¿Fue Rosas un héroe o un demonio?

Rosas fue un protegido y protector de los estancieros de Buenos Aires, dueño el mismo de extensiones de tierras, la estancia fue la base de su fuerza militar. Sus campañas del desierto favorecieron los intereses de los hacendados, al arrebatarle territorios a los indígenas y ponerlas en manos privadas a través del sistema de enfiteusis. También se organizo la Sociedad Popular Restauradora conocida como la “mazorca”, la cual inauguro una era de desaparecidos en la Argentina. Los asesinatos cometidos por esta sociedad fueron numerosos. La mazorca se utilizaba para desaparecer argentinos, tal como sucedió en épocas recientes. Utilizo el terror como instrumento de poder. Los asesinatos que los indios salvajes cometían en la Pampa fueron dirigidos por Rosas. Sin embargo el terror que imponía Rosas es un terrorismo organizado y calculado. Sin ataque a la propiedad privada. Un terror que aseguraba la absoluta tranquilidad de la posición de sus bienes y la vida de los inmigrantes extranjeros.

El legado de Esteban Echeverría fue el “matadero”, cuento precursor del realismo que transcurre en Buenos Aires durante los años 30 desde la óptica opositora, Echeverría describe las contiendas entre unitarios y federales y las figuras del caudillo Juan Manuel de Rosas y sus seguidores, atribuyendo a estos últimos cualidades brutales y sanguinarias.

Hizo obligatorio el lema de “Federación o muerte” que fue reemplazado por “mueran los salvajes unitarios”

“Rosas… llego un momento en que domino por completo el escenario del país y su acción trascendió los limites de Argentina… Rosas tuvo amigos entre gente importante y entre los humildes. Mas su prestigio como hombre lo afirmo con estos últimos, entre los importantes se incubaron sus enemigos…” Emilio Ravigniani.

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